EL MEJOR REGALO PARA LOS NIÑOS SE LLAMA TIEMPO



"Tiempo, 
ese es el nombre del mejor regalo 
para los niños". 



No lo venden en jugueterías ni tampoco por internet. Solo se encuentra en nosotros, en nuestra disposición y en ser conscientes de que un cuento no debe leerse en 2 minutos.

Dedicarles tiempo a los niños no significa dejarles el móvil, ponerles la tablet o enchufar la televisión en su canal favorito.
La infancia es una de las etapas más importantes de la vida en la que se entreteje la tela de nuestra evolución. Así, los niños están inmersos en miles de cambios que a veces los adultos ni siquiera percibimos y que, por lo tanto, nos perdemos si no estamos atentos.

PSICOLOGÍA INFANTIL Y ADOLESCENCIA

CUANDO TU HIJO....


















Te busque con la mirada....míralo
Te busque con su boca....bésalo
Te tienda los brazos....abrázalo
Te quiera hablar...escúchale
Se sienta desamparado....amale
Se siente solo....acompáñalo
Te pida que lo dejes....déjalo
Te pida volver....recíbelo
Se sienta triste...consuélalo
Esté en el esfuerzo....anímalo
Esté en el fracaso....protégelo
Pierda toda esperanza....aliéntalo

PSICOLOGÍA INFANTIL Y ADOLESCENCIA



TRATA A TUS HIJOS COMO TE GUSTARÍA SER TRATADO Y NO TE EQUIVOCARÁS



"Un niño no quiere gritos ni entiende de reproches, tu hijo merece ser tratado con el arte de escucha, la paciencia y la grandeza del afecto". 





Trata a tus hijos como a ti mismo te gustaría ser tratado. Apaga sus miedos, pon nombre a esas emociones que ellos no saben expresar, regálales tiempo y hazles sentir que son las personas más valiosas de tu mundo.
Resulta curioso como a día de hoy, muchas madres y padres ven la crianza con un poco de miedo. Leen manuales de educación, se instruyen en las últimas teorías y buscan respuesta a cada problema en Internet o en esos amigos -padres o no- que se alzan como auténticos gurús en temas de crianza. Esos papás se olvidan en cierto modo de escuchar algo mucho más valioso que todo esto: a su instinto natural.

El instinto de una madre o la capacidad natural de un padre a la hora de intuir las necesidades de sus propios hijos es sin duda la mejor estrategia a la hora de educarlos. Los niños llegan al mundo con una bondad innata, así que merecen ser tratados con respeto para salvaguardar esta nobleza de corazón, atendiendo con naturalidad y sin miedo cada acontecimiento que nos traiga el día a día.

Te invitamos a reflexionar sobre ello.

Psicología Infantil y Adolescencia

¿QUÉ SE ESCONDE DETRÁS DEL ENOJO?

El enojo es una emoción que provoca ciertos efectos bastante perceptibles física y mental. El cuerpo produce una química que inunda la corriente sanguínea y produce diversas reacciones como; aumento del ritmo cardíaco, alteración de la respiración, sensaciones desagradables en el estómago, contracción o tensión en los músculos entre oras. Además de los efectos físicos, la energía de esa emoción genera varios tipos de pensamientos que acaban alimentando la rabia aún más. Pero ¿qué es lo que está por detrás de este sentimiento? 

El enojo puede esconder el miedo. Imagina un niño que inocentemente hace algo muy peligroso, como por ejemplo, soltar la mano de un adulto y atravesar la calle corriendo. El padre o la madre pueden ponerse locos y pelear o inclusive pegarle al hijo. Lo que en realidad está escondiendo el enojo es el miedo de que le suceda algo malo, miedo de la tristeza o culpa que eso puede causar.

El enojo con alguien puede esconder culpa. Imagina que hay algo que hayas hecho que te hace sentir culpable. Puede ser el abandono de un hijo o la injusticia contra un amigo, algún acto deshonesto o cualquier otra cosa. Si alguien toca el asunto, es posible que te defiendas con enojo y agresividad al revés de admitir tu error y tus reales sentimientos. Es como si dijeras: ¡No toques ese asunto, pues eso me hace sentir culpable, y no quiero sentir esa culpa!.

El enojo puede esconder una dificultad en decir no o imponer límites. Hay personas que lidian bien con la cuestión de imponer límites y hacerse respetar. Consiguen perfectamente decirle a los otros cuando están cansados y precisan irse, que no es permitido que se haga tal cosa en sus casas o que no pueden llevar al amigo que pidió que los lleve en auto.

Ya otras personas tienen gran dificultad. Y a cada límite que no es dado, acumulan resentimiento. Pueden parecer exteriormente tranquilas, pero por dentro la rabia y el rencor están acumulándose. Hasta que llega un determinado momento que cae la gota que rebalsa el vaso. El enojo se vuelve tan grande que supera el miedo de poner límites. Ahí su reacción es intensa, agresiva y es posible que diga todo lo que no dijo hasta ese momento.

El enojo puede esconder una necesidad de manipular al otro. Una hija que se siente culpada cuando su madre esta enojada estará bastante susceptible a hacer lo que esta madre quiere, y no su propia voluntad. Puede establecerse un gran juego de culpa y manipulación lleno de sentimientos que a veces perduran toda la vida.

Enojo con alguien que no nos perdonó, esconde que aún no nos perdonamos. A veces, estamos enojados con alguien por que esa persona no nos perdonó por algo que hicimos cuando ya asumimos el error y nos disculpamos.

En realidad, nosotros es que no nos perdonamos aún. Estamos contando con que el otro nos perdone para que podamos finalmente perdonarnos. Es como si el otro fuese a tener el poder de devolvernos la paz interior. Nos quedamos, entonces, enojados con esa persona porque ella no nos libera. Pero está claro que podemos liberarnos, a pesar de que el otro aún tenga rencor. Como no conseguimos verlo de esa manera, sufrimos.

El enojo puede esconder la necesidad de reconocimiento. Hacemos muchas cosas esperando algún tipo de reconocimiento. Al principio decimos que no necesitamos de nada de eso. Pero cuando el reconocimiento no viene, nos enojamos con las personas.

Otras veces, alguien hizo algo que no nos gustó. El enojo surge como una forma de tratar de hacer que el otro se sienta culpado, reconozca lo que hizo, nos pida disculpas y diga cuan injusto ha sido.

El enojo puede esconder un sentimiento de rechazo. Personas que fueron abandonadas, sea por los padres, parejas u otras figuras importantes, se sienten rechazadas. El rechazo es muy incómodo porque normalmente creemos, consciente o inconscientemente, que tenemos algo muy malo, que no somos dignos de recibir amor. Ese dolor puede ser enmascarado y todo lo que mostramos es nuestro rencor, enojo, desprecio por aquel que nos abandonó. Es como si dijésemos: “¡Me rechazaste y me hiciste sentir que no tengo ningún valor, yo no quiero entrar en contacto con ese sentimiento, no se lidiar con él. Prefiero demostrar que estoy enojado contigo, probar que eres injusto, ingrato, que eres una mala persona!"

El enojo puede esconder el sentimiento de impotencia o una no aceptación. Sucedió algo y no hay absolutamente nada que podamos hacer en aquel momento. El auto se descompuso y estás con mucha prisa. El empleado perdió un documento muy importante. La empresa aérea te vendido un pasaje pero no hay lugar en el avión. Está lloviendo mucho durante el feriado y habías planeado ir a la playa.

El enojo con los otros puede esconder el enojo que sientes contigo mismo. Hicimos algo teóricamente contra nuestra voluntad porque alguien nos lo pidió. En realidad, lo hicimos porque queremos ser aceptados y tenemos miedo al rechazo. Así no enojamos con la persona, tal vez creyendo que ella es una explotadora y que somos su víctima. Analizando en profundidad, en realidad, estamos enojados con nosotros mismos por haber hecho algo que no queríamos, enojo por no haber sido capaces de decir simplemente no, enojo por ser tan dependientes.

En principio parecemos más fuertes e intimidadores cuando estamos enojados. Solo que, en realidad, ese sentimiento puede estar escondiendo varias de nuestras inseguridades.

PSICOLOGÍA INFANTIL Y ADOLESCENCIA 

HERIDAS EMOCIONALES DE LA INFANCIA QUE PERSISTEN CUANDO SOMOS ADULTOS.

Los problemas vividos en la infancia dejan heridas emocionales que vaticinan cómo será nuestra calidad de vida cuando seamos adultos. Además, estos pueden influir significativamente en como nuestros niños de hoy actuarán mañana y, en como nosotros, por otro lado, afrontaremos las adversidades.

Así, de alguna forma, a partir de estas 5 heridas emocionales experiencias dolorosas de la infancia, conformaremos una parte de nuestra personalidad.


1- El miedo al abandono
Las personas que han tenido las heridas emocionales del abandono en la infancia, tendrán que trabajar su miedo a la soledad, su temor a ser rechazadas y las barreras invisibles al contacto físico.

2- El miedo al rechazo
El miedo al rechazo es una de las heridas emocionales más profundas, pues implica el rechazo de nuestro interior, a nuestras vivencias, a nuestros pensamientos y a nuestros sentimientos. No se siente merecedora de afecto ni de comprensión y se aíslan.

3- La humillación
Esta herida se genera cuando en su momento sentimos que los demás nos desaprueban y nos critican. Podemos generar estos problemas en nuestros niños diciéndoles que son torpes, malos o unos pesados, así como aireando sus problemas ante los demás; esto destruye la autoestima infantil.

4- La traición o el miedo a confiar
Surge cuando el niño se ha sentido traicionado por alguno de sus padres principalmente, no cumpliendo sus promesas. Esto genera una desconfianza que se puede transformar en otros sentimientos negativos, por no sentirse merecedor de lo prometido.

5- La injusticia
La injusticia como herida emocional se origina en un entorno en el que los cuidadores principales son fríos y autoritarios. En la infancia, una exigencia en demasía y que sobrepase los límites generará sentimientos de ineficacia y de inutilidad, tanto en la niñez como en la edad adulta.

Psicología Infantil y Adolescencia.