Son muchas las normas sobre
educación que, de tanto repetirse, son consideradas verdades absolutas
irrefutables. Son muchos los padres que jamás pondrían en duda la norma que
dice que a la hora de educar a un hijo el padre y la madre no pueden jamás
contradecirse y que consideran que pedir perdón a los hijos es un error porque
sería un signo de flaqueza, y un padre que pretende ser un modelo de
comportamiento para sus hijos, no debería mostrarse débil.
Vamos a hablar de ello, para
explicar por qué hay quien dice que sí, que a los niños hay que pedirles
perdón.
DEBE SER UN ERROR, PORQUE LOS PADRES DEBEMOS SER UN MODELO INFALIBLE
Así nos lo han dicho toda la
vida, que los padres no pueden pedir perdón a los hijos porque si lo hacen les
estarán mostrando que pueden equivocarse, porque perderán toda credibilidad y
ya no podrán corregir a los hijos, al demostrar que no son infalibles. Al
parecer hay un mandamiento no escrito que dice que "los padres nunca se
equivocan", o al menos eso es lo que se supone que los hijos tienen que
pensar.
Nada de pedir perdón a un hijo y
nada de llorar delante de él, por el mismo motivo: seguir haciendo creer a
nuestro hijo que somos perfectos, seguir dejando que nos tenga en un pedestal
de admiración y que, en base a esa admiración, vayan creciendo, aprendiendo y
modelándose para llegar a ser la mejor versión de nosotros.
PERO ENTONCES LES PEDIMOS QUE SEAN COMO UNA VERSIÓN FALSA DE NOSOTROS
MISMOS
Creemos que nuestros hijos
tendrán la oportunidad de ser mejores que nosotros, y para ello les enseñamos
solo aquello que queremos que vean de nuestra personalidad. ¿Y esto no es
positivo? Pues no mucho, porque en realidad no estamos siendo sinceros al
omitir nuestra condición de persona humana que yerra. No es positivo ni tampoco
justo.
Digo humano, porque aquellos que
tienen humanidad también sufren y lloran. Ríen, disfrutan y hacen sin problema
todo aquello que queremos que vean de nosotros, pero un ser humano también
tiene malos momentos y llora, sufre y busca la manera de hallar soluciones. Y
un ser humano también se equivoca porque nadie es perfecto y porque, de hecho,
equivocarse no es siempre un signo de flaqueza, sino a menudo la muestra de que
estamos avanzando: nadie ha logrado nunca nada importante sin haberse caído
antes.
ENTONCES, ¿TENEMOS QUE MOSTRARNOS TAL Y COMO SOMOS?
Así es. Tenemos que poder reír
delante de nuestros hijos y tenemos que poder llorar también delante de ellos,
porque así sabrá que es normal sentir alegría y que es normal sentir tristeza.
¿Acaso no queremos que nuestros hijos nos expliquen qué les aflige cuando
tienen un problema? Pues tienen que sentir que es posible sentirse mal y que
pueden mostrarse a los demás en ese estado y hablar de ello. Si nosotros lo
escondemos, si ven que nunca sufrimos, pueden llegar a pensar que ellos están
"rotos", que son débiles o flojos por llorar, y empezarán a luchar
contra esos sentimientos para evitarlos o para esconderlos.
No es que se pueda, es que se
debe si sentimos que nos hemos equivocado. Pedir perdón es reconocer, con
humildad y sinceridad, que los adultos, que los padres, también nos
equivocamos. Que no somos infalibles y que a veces actuamos incluso en contra
de nuestros principios. Y pedir perdón es la mejor manera de reconocer el error
y de, en cierto modo, tratar de subsanarlo.
No es una debilidad confesa, es
una enseñanza, porque así nuestros hijos sabrán que ellos también se van a
equivocar, no una, sino muchas veces, y que lo correcto, lo que les dignifica,
es saber reconocerlo, ser capaces de pedir perdón y buscar la manera de
solucionar el daño.
Si en cambio nos mostramos, como
muchos padres consideran que deben mostrarse, perfectos, sentirán de nuevo que
ante un error deben mantenerse rectos y fuertes, que no deben mostrar
debilidad, y en muchas ocasiones ni siquiera reconocerán el error cometido.
Vamos, que muchos mentirán para intentar no decepcionarnos; negarán algo que a
veces será evidente para evitar demostrarnos que han fallado en su intento de
ser perfectos como nosotros. Y ningún padre quiere que su hijo mienta, ni que sienta
que les está defraudando.
EL VALOR DEL EJEMPLO
Por eso lo importante no es lo
que les digamos, sino lo que hagamos, cómo nos comportemos y cómo nos
relacionemos con ellos. Si queremos tener hijos capaces de reconocer cuándo se
han equivocado y lo suficientemente valientes como para pedir perdón, debemos
nosotros ser un ejemplo en ese sentido y tenemos que pedirles perdón cuando
consideremos que podríamos haberlo hecho mejor.
Si queremos, además, tener hijos
capaces de buscar soluciones cuando se han equivocado, tenemos que demostrarles
que nosotros también decimos eso de "lo siento, me he equivocado, ¿qué puedo
hacer para solucionarlo?".
Y si queremos niños que sean
libres de sentir, que no se avergüencen de sus sentimientos, que sean capaces
de reír y de llorar y que nos expliquen cómo se sienten (tanto en nuestra
relación con ellos como en su relación con otras personas), tenemos que
mostrarnos tal y como somos, imperfectos, humanos, sensibles y comunicativos (y
si no somos así, tratar de serlo).
Y no hay nada peor que pensar que
no deberías tener esos sentimientos que tienes, porque niegas tus emociones, ni
nada peor que esconderlas, porque si se niegan, no se solucionan.
ENTONCES, ¿PODEMOS PEDIRLES PERDÓN?.... PARA REFLEXIONAR
Fuente: http://www.cepvi.com/index.php/psicologia-infantil/articulos/tus-hijos-tambien-merecen-que-les-pidas-perdon
PSICOLOGÍA INFANTIL Y ADOLESCENCIA
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