¿POR QUÉ LA NECESIDAD DE UN ENFOQUE INTEGRAL?

“La sociedad moderna, que ha alcanzado un grado de educación formal sin precedentes, también ha dado lugar a otras formas de ignorancia”.  (Jean Claude Michéa)

Es indudable consensuar sobre el escenario escolar actual, respecto a las dinámicas  de los estudiantes, el cual advierte un cambio conductual significativo; un claro aumento en conductas disruptivas, comportamientos problemáticos, conflictos interpersonales, conductas abusivas, intimidadoras y humillantes. Claro está que  este fenómeno no puede ser pasado por alto, pues no responde tan sólo a una supuesta crisis de valores, ni a la disgregación de la institución familiar, ni la influencia de los Mass Media. Sino que, además, representa una carencia de la educación socioemocional en el currículo, el cual debe promover el desarrollo integral de los individuos y enseñar a sostener la presión frente a la realidad cambiante –vertiginosa- de la sociedad.

Sabemos que hasta ahora la educación se nos presenta desde un enfoque tradicional, que prioriza los aprendizajes científicos y técnicos necesarios para el desenvolvimiento en la dimensión sociocultural. Sin embargo, sabemos también que el ser humano responde a una constitución no tan sólo cognitiva; somos cuerpo, somos afectos, somos energía, emociones y profundidad.

Moreno (1998), propone un fenómeno de nuestra época denominado “subdesarrollo afectivo”, que se traduce en un escaso autoconocimiento emocional, lo que no es menor, pues esto implica la base de  muchos de nuestros desequilibrios; falta de conciencia de uno mismo, como  la capacidad de reconocer un sentimiento en el mismo momento en que aparece, estar atentos a nuestros estados de ánimo y reacciones (pensamiento, respuestas fisiológicas, conductas manifiestas...) y relacionarlas con los estímulos que las provocan; falta de autorregulación, que implica tener conciencia de nuestras emociones para aprender a regularlas, equilibrarlas, sin reprimirlas -ya que tienen una función-. La capacidad de tranquilizarse uno mismo es una habilidad vital fundamental; falta de motivación, que es la fuerza del optimismo, imprescindible para conseguir metas importantes. Está relacionada con diversos conceptos psicológicos como el control de impulsos (capacidad de resistencia a la frustración, de aplazar la gratificación), la inhibición de pensamientos negativos (para afrontar con éxito retos vitales), el estilo atribucional de éxito y fracaso, la autoestima (expectativas de autoeficacia); y por último, falta de empatía, que se traduce como es la experimentación del estado emocional de otra persona; la capacidad de captar los estados emocionales de los demás y reaccionar de forma apropiada socialmente.


No puede aprender intelectualmente una persona que está dañada emocionalmente(Naranjo). Y de pronto, nos encontramos con niños y jóvenes en las salas de clases que presentan déficit en los niveles de bienestar  y ajuste psicológico, aumento de conductas disruptivas, violencia, y consumo de sustancias adictivas, disminución en la cantidad y calidad de las relaciones interpersonales, bajo rendimiento académico… Porque nos hemos olvidado del gran fundamento: somos seres integrales, dotados de amor, comprensión, afectos.

Como unidad, no podemos desarrollarnos desintegrados, ni separados con el otro. La educación o la instrucción formal, no debiese ser la excusa para ello. Por esta razón, creemos firmemente en la posibilidad de aportar en ese desarrollo, en el desarrollo de personas conscientes de sí mismas. 



     Paola Rojas J.
Psicóloga Clínica Educacional
Postítulo en Psicología Psicoanalítica
Profesora de Castellano y Filosofía

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