¿QUÉ ENTENDEMOS POR TOLERAR LA FRUSTRACIÓN DE NUESTRA/O HIJA/O?

Al parecer tenemos un entendimiento errado con respecto a este concepto, minimizándolo sólo a que debemos aceptar las situaciones injustas, que no nos quejemos, que no nos defendamos, que no mostremos nuestro malestar, incluso, ni siquiera debiéramos sentirla.

Muchos son los progenitores que se preguntan si es realmente necesario “enseñar” a nuestros hijos a gestionar y tolerar la frustración. Otros, en tanto, piensan que es necesario “provocar” situaciones frustrantes para que se vayan acostumbrando desde pequeños a aceptarla, no visualizando la importancia que tiene nuestra responsabilidad antes nuestros propios actos, tratos, dichos, mensajes y del cómo estos recaen en los hijos con el pretexto de que es por su propio bien.

Cuántas veces hemos visto a adultos decirles a los niños: “Tú no sabes, tú no puedes, déjame a mí, te vas a caer…” Y con esa presión y falta de confianza del adulto el niño efectivamente no puede y entonces debe oír: “Ves, ya te lo había dicho yo…” No hay experiencia más frustrante para la vivencia infantil que sus padres que no confían en él, utilizando un lenguaje lapidario con el pretexto de que lo hacen para mejor.

Pues bien, para que todo niño pueda gestionar y tolerar sus frustraciones, se debe partir de la base que requieren sentirse seguros, validados, importantes, respetados y amados, sabiendo que no serán juzgados ni criticados ante situaciones en las que se requiere más que todo ayuda.

Para fomentar su autoestima y seguridad, de gran ayuda sería decirle, por ejemplo: “Hija/o, me quedo aquí a tu lado por si me necesitas” o “veo que quieres hacer…, aquí estoy para ayudarte si lo deseas”. Eso le dará seguridad y si en efecto no puede hacer lo que se proponía lo gestionará bien sabiendo que no es juzgado ni criticado, donde aprenderá de sus limitaciones y sabrá pedir ayudar sin sentirse avergonzado.

Un niño empoderado y feliz podrá, sin duda, gestionar muy bien las situaciones frustrantes naturales, entendiendo por situaciones naturales, por ejemplo; cuando un día de lluvia no será posible salir en bici, cuando pasan de las 20:30 ya saben que las tiendas estarán cerradas hasta el día siguiente, cuando quieren hacer una torre y se les cae una y otra vez ya experimentan cómo uno se siente cuando no consigue hacer aquello que desea.

Situaciones frustrantes tendrán a lo largo de su vida, sin duda, y el modo de ir enfrentándolas se irá moldeando en la medida que vaya desarrollando su madurez emocional, donde la seguridad interna, que ya habremos entregado, serán cruciales para poder sobrellevar las frustraciones en su adolescencia.

El hecho de que sientan motivación o frustración dependerá principalmente de cómo les vemos, les acompañamos y, sobre todo, por lo que les digamos.

PREGUNTAS Y REFLEXIONES PARA MAMÁ Y PAPÁ

¿Recuerdas situaciones frustrantes de tu infancia?
¿Qué te frustraba más, el no poder hacer o conseguir algo o el cómo los adultos te trataban en esas situaciones?
¿Cómo gestionas y toleras la frustración siendo adulto? Tu ejemplo es vital.
¿Qué ven en ti tus hijos? ¿Un padre o madre colérica, enfadada, descontrolada o alguien tolerante, amoroso que sabe aprender de los errores y situaciones hostiles?
¿Cómo reaccionas tú cuando tú hijo se frustra?
¿Das ejemplo de perseverancia o abandonas en seguida?

Seamos el cambio que nuestros hijos necesitan y convirtámonos en los padres y madres que ellos necesitan que seamos.


PSICOLOGÍA INFANTIL Y ADOLESCENCIA

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