Educar y compartir
momentos “a fuego lento” significa respetar sus
ritmos, darles espacio para
desarrollarse, que no se salten etapas, que crezcan y que evolucionen sin el
estrés y la exigencia que hemos generado a su alrededor.
Esta perspectiva educativa se basa en la filosofía slow, la cual
manifiesta la necesidad de privilegiar un ritmo de vida más calmado,
promoviendo así la madurez, la evolución y la creación de lazos desde la
progresión natural del niño, sin prisas.
PSICOLOGÍA INFANTIL Y ADOLESCENCIA
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