La tarea más importante de la adolescencia es la construcción de la
propia identidad. Todo adolescente necesita dar la respuesta a la pregunta
“quién soy yo”.
A pesar de que el desarrollo de
la identidad se produce durante toda la vida, en la adolescencia las personas comenzamos a pensar en cómo
nuestra identidad puede afectar nuestras vidas. Durante la adolescencia somos
mucho más consciente de nuestras identidades cambiantes que en cualquier otra
etapa de nuestra vida.
En la búsqueda de la propia identidad, los
adolescentes necesitan desarrollar sus propios valores, opiniones e intereses,
y no sólo limitarse a repetir los de sus padres. Los jóvenes han de descubrir
lo que pueden hacer y sentirse orgullosos de sus logros. Desean sentirse amados
y respetados por lo que son. Pero para eso han de saber primero quienes son.
¿QUÉ ES LA IDENTIDAD?
El concepto de identidad se
refiere a nuestro sentido de lo que somos como individuos y como miembros de
grupos sociales. Nuestra identidad no es simplemente nuestra propia creación:
la identidad crece en respuesta a factores tanto internos como
externos.
Hasta cierto punto, cada uno de
nosotros elige una identidad, pero la identidad también está formada por
fuerzas ambientales fuera de nuestro control.
IDENTIDAD PROPIA E IDENTIDAD SOCIAL
La identidad propia es la base de
nuestra autoestima. En la adolescencia, la forma en que nos vemos a nosotros
mismos cambia en respuesta a los compañeros, la familia y al colegio, entre
otros ambientes sociales. Sin embargo, la identidad social es construida por
otros, y puede diferir de la propia identidad. Normalmente, las personas
categorizan a los individuos de acuerdo con amplias etiquetas, definidas socialmente.
La identidad propia guarda una
estrecha relación con la autoestima positiva. Pero todas las identidades no son
igualmente valoradas por la sociedad, por lo que algunos adolescentes pueden
necesitar un refuerzo especial para ayudarles a construir un sentido positivo
de sí mismos.
DEFINIR QUIÉN SOY: LA IMPORTANCIA DEL GRUPO
El viaje de la niñez a la
adolescencia en algunos casos es muy complicado. Entre los 10 y los 17 hay grandes cambios en el
aspecto físico, en el cognitivo, en el social y en el moral.
La tarea
principal de los adolescentes es el de establecer su propia identidad. En ese
intento de determinar quiénes son en realidad, tratarán de encontrar un grupo
que refleje o refuerce su identidad.
El grupo le concede al
adolescente un lugar de referencia ante el desconcierto que le produce que las
personas que han sido referencia hasta ahora para él también cometen fallos, de
ahí que a estas edades la traición de los amigos duela tanto.
A media que se produce el
desarrollo cognitivo del adolescente, este comienza a formar un sistema
organizado de rasgos de personalidad. Estas características le permiten formar
un concepto de sí mismo.
El autoconcepto es un conjunto de
atributos, habilidades, actitudes y valores que un adolescente cree que define
quién es. La capacidad de pensar de nuevas formas les permite añadir nuevos
aspectos de la autoestima (cómo se sienten acerca de su “yo”).
A medida que crece, la autoestima
del adolescente va aumentado, como también lo hace su autoconfianza y la
conciencia de sí mismo. Todo esto le ayuda en la formación de su propia
identidad.
En esta búsqueda de la propia
identidad, el adolescente busca amistades basadas en la lealtad y la intimidad,
superando el tipo de amistad anterior, basada
más en la confianza y la ayuda mutua.
DÓNDE QUEDAN LOS PADRES
Un hecho interesante relacionado
con la adolescencia es que, a medida que el tiempo pasa, disminuye el interés
por la familia y la cantidad de conflictos con los padres aumenta. El nivel de calidez y cercanía entre padres e
hijos también disminuye durante la adolescencia.
Todo esto da lugar a que los adolescentes no sientan interés por
pasar tiempo con sus familias y sí con sus amigos. El tiempo dedicado a estar
solas también aumenta.
Cuando los adolescentes necesitan
hablar de sus sentimientos personales, tristezas, o secretos, habitualmente
prefieren a su mejor amigo o polola(o) como confidentes.
Alguien que sienta que por un
lado quiere lo mejor para ellos, pero que no les va a sobreproteger, gruñir o
darle más de algún sermón.
Es por ello, que ese alguien rara
vez son los padres. Sin embargo, sí que les gusta hablar con sus padres sobre
otras cosas, como temas de estudios, metas profesionales, esperanzas y planes para el futuro. Pero
prefieren a sus amigos para temas como sus actitudes sobre el matrimonio, sus
puntos de vista sobre el sexo, y problemas y sentimiento respecto a la
sexualidad.
Los padres pueden ayudar a
sus hijos adolescentes apoyándoles
cuando lo necesitan. Esto puede significar que los padres necesitarán un poco
de paciencia y comprensión cuando empiezan a ver a su hijo adolescente apoyarse
más en sus amigos y menos en ellos.
Es fácil sentir una sensación de
pérdida sobre este cambio en la adolescencia, cuando empiezan a obtener
asesoramiento sobre las relaciones sociales de sus amigos.
Los padres pueden sentirse mejor
cuando entienden que esto es un signo de madurez y consecuencia de un proceso
natural. Ellos pueden aceptar mejor este cambio al saber que su hijo
adolescente responde a lo que son sus necesidades naturales. Así, podrán
guiarlos en sus buenas decisiones académicas, ayudándoles a marcar objetivos
profesionales realistas y a diseñar planes para el futuro.
Si los padres se centran en
proporcionar el apoyo que necesitan durante este tiempo, ayudarán a la
transición de los adolescentes a través de cambios de desarrollo social menos
estresantes y con resultados más positivos.
Fuente:
PSICOLOGÍA INFANTIL Y ADOLESCENCIA
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