“Si alimentamos a los niños de amor, los miedos
morirán de hambre”
Si existe
una fuerza sobrenatural que puede con todo es sin duda el amor. El amor
transforma a las personas, las hace crecer, les da la fuerza que necesitan. Es
el fertilizante de la vida. Y si un niño siente querido, créanme,
podrá conseguir lo que se proponga en la vida.
El amor es
el motor y también la gasolina. Es la energía poderosa que derriba muros y hace
crecer flores en el desierto. Un niño querido es el futuro en letras gigantes.
Rodeando
de amor a nuestros pequeños estaremos haciéndolos fuertes y seguros. Capaces de
luchar por lo que quieren. Dándoles valor para cuestionar lo que no les parece
justo y desafiar los miedos más irracionales.
Haremos que tengan iniciativa e ilusión. Y lo más importante, si se caen
en el camino, que es ley de vida que lo harán, sabrán levantarse, sacudirse el
polvo y seguir adelante.
¿Cómo
hacemos que se sientan queridos? Hay
muchas maneras, y algunas que a lo mejor ni te habías planteado. ¡No esperes
para ponerlas en práctica!
SÍ AL CONTACTO FÍSICO
Abrazos,
besos, chocar las manos, una palmada en el hombro, acariciarle la cabecita. Que
note siempre que estás ahí con él. Tu calor es la mejor medicina, la que le
hará sentir que el mundo es un lugar acogedor.
TEN EN CUENTA SUS IDEAS
Escúchale
y ten en cuenta su opinión. Enséñale a contrastarla con la tuya y la de los
demás. Aprenderá a ser crítico de forma constructiva. No desprecies sus gustos,
es más, escucha su canción favorita, ve con él la película que tanto le gusta o
interésate por sus cosas. No te tienen por qué encantar pero el hecho de
acercarte a su mundo le hará ver que te importa y lo valorará.
COMPARTE TIEMPO CON ÉL
Juega,
lee, charla, pasea, dibuja, escúchale o simplemente túmbate a su lado a ver las
nubes. El tiempo que pases con tu hijo no volverá y él lo recordará toda la
vida. Si por trabajo u otras ocupaciones no puede ser todo el que quisieras,
haz que el poco que puedas sea de calidad y dedícate a él en exclusiva.
Deja el
teléfono móvil lejos y olvídate de las preocupaciones cotidianas. En esa media
hora o una hora con tu hijo déjate querer y quiérelo. Ríete y ponte a su
altura. Vuelve a ser un niño con él.
HAZ TUYOS SUS PROBLEMAS
Los niños
te dan su confianza sin preguntar. Si no los juzgas la tendrás para siempre.
Ojalá comparta contigo sus inquietudes y miedos para que puedas ayudarle si lo
necesita, animándolo, poniéndote en su lugar y haciéndole saber que la fuerza
que precisa para derrotar a los monstruos la tiene dentro, muy cerquita del
corazón, se llama amor y se alimenta de abrazos de oso muy apretados.
PSICOLOGÍA
INFANTIL Y ADOLESCENCIA
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