“Mamá,
papá, me aburro” Y ahí estamos nosotros encendiendo el piloto de la alarma:
¡Hay que pensar en algo ya!
Y
nada más lejos de lo realmente útil para nuestros hijos. Desde aquí vamos a
defender al aburrimiento porque es muy necesario de vez en cuando y porque del
aburrimiento salen cosas buenas, grandes ideas. Aburrirse es síntoma de que
tenemos la cabeza libre de estímulos y dispuesta a recibir novedades, pensando
de forma distinta a como acostumbramos y dando una vuelta diferente a los que
nos rodea.
De
todo esto podemos convencernos aún más si enumeramos los motivos principales
por los que los niños de hoy en día se aburren. Leyéndolos es fácil deducir que
no sólo es bueno aburrirse un ratito sino que es muy sano. Veamos:
SOBRESTIMULACIÓN
Casi
todos niños tienen más juguetes de los que deberían, un montón de cosas que no necesitan. Viven en un consumismo voraz, veo esto, quiero esto. Y tenemos la
culpa nosotros queriéndoles dar todo lo que demandan. Y cuando vemos a un niño
jugando con la caja del penúltimo juguete que le hemos comprado, él mismo lo
está diciendo: no necesito ese muñeco que habla y mueve la cabeza, me gusta más
la caja que se convierte en lo que yo quiero. Limitemos los juguetes comprados
al mínimo y aumentemos los juegos simbólicos en los que el pequeño desarrolle
su imaginación.
Una
agenda muy apretada
No
paran: colegio, actividades, cumpleaños, cine, visitas, todo está programado,
organizado hasta el último minuto de forma que el niño no tiene que pensar. Va
de un lado a otro como por inercia. Por eso en vacaciones se aburren como
ostras. No están acostumbrados a improvisar, a pensar en qué les apetece, a
mirar el techo un rato canturreando o a meterse en su habitación a explorar lo
que hay en los cajones.
Demasiadas
pantallas
¿Cuánto
tiempo pasan nuestros hijos al día delante de una pantalla, ya sea un teléfono,
una tablet, un ordenador o la consola de juegos? No hay lugar para pensar. En
cuanto paran un segundo si no están mirando una pantalla, se la proporcionamos
nosotros para que no se queje, para que no dé la lata por favor. Y no nos damos
cuenta de que estamos contribuyendo al desastre. Luego no tendremos derecho a
quejarnos de que se pasa todo el día con el teléfono y no hace ni caso.
Frenemos que seguro estamos a tiempo. Evitemos “entretener” por defecto con
tecnología.
Canciones,
libros, anécdotas, juegos de palabras, de memoria, adivinanzas, trabalenguas,
cuentos, música, juegos como adivinar una palabra con dibujos o de qué conocido
hablamos jugando al “Si fuera”. Hay miles de formas de reírse y compartir para
pasar el rato y lo más que necesitan es lápiz y papel. Por favor, más
creatividad y menos teclas. La imaginación de nuestros hijos lo agradecerá.
PSICOLOGÍA INFANTIL Y
ADOLESCENCIA
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