EL EFECTO DEL DIVORCIO EN LOS NIÑOS

Conocer los diversos efectos que puede tener el divorcio en los niños puede ayudarte a manejar la situación de un modo que sea más fácil para ellos.

LOS PRINCIPALES EFECTOS:


Miedo al cambio. Los niños se enfrentan a una situación incierta, no saben si deberán ir a vivir a otro sitio, si perderán el contacto con ciertos miembros de su familia, amigos, o con alguno de sus padres o qué otras cosas pueden cambiar en sus vidas. Si hablas con ellos y les explicas los cambios que tendrán lugar les resultará menos estresante.

Miedo a ser abandonado. Los niños temen que si pierden un padre pueden perder también el otro. Pensar que pueden estar solos en el mundo es algo que asusta mucho a los niños.

Miedo a perder a otras personas. Pueden tener miedo de perder también a otras personas a quienes quieren, como abuelos, amigos, hermanos, o incluso mascotas. Los niños pueden estar también muy apegados al lugar en el que viven y la idea (real o imaginada) de tener que marcharse les crea ansiedad.

La tensión entre los padres. El nivel de tensión entre los padres aumenta bastante durante el divorcio y cuando éste es reciente; los niños pueden percibir esa tensión. Si además, los padres tratan de hacer que los hijos se vuelvan en contra del otro progenitor, estarán creando un gran estrés en ellos.

SIGNOS QUE INDICAN QUE LOS NIÑOS NO ESTÁN AFRONTANDO BIEN EL DIVORCIO

1. Agresividad y desafío. Los niños pueden estar más enfadados y reacios a cooperar de lo que suele ser habitual en ellos.

2. Intentar unir de nuevo a sus padres. Algunos niños piensan que de algún modo tienen la culpa de la ruptura. Estos niños pueden mostrarse rebeldes y portarse mal o bien tratar de portarse muy bien porque creen que así sus padres no se divorciarán.


3. Depresión y retirada. Pueden reaccionar con depresión, con deseos de estar solos, trastornos alimenticios, discusiones e irritabilidad o amenazas de suicidio.

PARA REDUCIR ESTOS EFECTOS:

1. Hablar con los hijos y explicarles que seguirán teniendo a ambos padres, que los dos los seguirán queriendo igual y explicarles lo que va a pasar, los cambios que deberán afrontar y que todo va a ir bien.

2. Tratarse con respeto. Los niños afrontan mucho mejor el divorcio cuando sus padres se tratan con respeto y tienen una actitud amable y cooperadora entre ellos. Incluso aunque estén enfadados o resentidos. Comportarse de manera civilizada entre los adultos ayuda a la estabilidad emocional del menor.

3. Seguir la rutina habitual. Los niños se sienten más seguros cuando existe una rutina en sus vidas. Por lo tanto, continúa con la rutina habitual, manteniendo los mismos horarios, tareas, etc.

***Existen ciertas señales que nos indican que necesitamos ayuda, esto es cuando se presentan manifestaciones que son intensas o tiene demasiada permanencia en el tiempo, afectando a la calidad de vida personal y de su núcleo familiar, siendo conveniente consultar a un especialista***


PSICOLOGÍA INFANTIL Y ADOLESCENCA

LA IMPORTANCIA DE CONTROLAR LA TV, CELULAR Y COMPUTADOR EN LOS NIÑOS

El trastorno de déficit de atención afecta a un creciente número de niños, y abre el debate en torno a los sobrediagnósticos.

La atención es la ventana a través de la cual el cerebro se asoma al mundo que le rodea. Cuando el niño nace, apenas es capaz de dirigir su interés hacia el mundo exterior. Inicialmente sólo presta atención a sus propias sensaciones llorando cuando tiene hambre, sueño, frío o se siente solo. A partir de ahí comienza un largo viaje en el que el niño va aprendiendo que atender ciertos estímulos conlleva una serie de beneficios.

Así, el niño comienza a desarrollar una habilidad tremendamente compleja, que es la de controlar la propia atención y dirigirla no sólo a aquellos estímulos que se mueven, sino también a aquellos que están más quietos o son más aburridos. De esta forma crecerá siendo capaz de atender a su profesor, aunque el compañero de al lado esté haciendo ruido. Aprenderá a abstraerse con el libro que lee, aunque una mosca lo sobrevuele, y llegará a ser capaz de concentrarse al volante, a pesar de que la carretera sea una larga recta y su cerebro esté cansado.

Dominar la atención y ser capaz de eliminar otros estímulos que intentan distraernos es una habilidad que ofrece múltiples ventajas. Nos permite concentrarnos en lo que realmente queremos o deseamos, detectar detalles y matices que otros pasan por alto, aprender idiomas con más facilidad, persistir en nuestras metas hasta alcanzarlas o reducir los niveles de estrés.

Desde hace años vivimos un auténtico auge de un diagnóstico que provoca sufrimiento entre los más pequeños: el trastorno por déficit de atención (TDA). Desde los años setenta hasta 2010, el número de niños diagnosticados en Estados Unidos se multiplicó por siete. Desde 2000 hasta 2012, el número de recetas expedidas en Reino Unido para tratar este trastorno cognitivo se multiplicó por cuatro. Los factores que han provocado esta alza son muchos y complejos. Por una parte, la sensibilización de los pediatras ha hecho que se detecten con más eficacia. Por otra, la posibilidad de diagnosticarlo a partir de los tres años (en lugar de a los seis años) ha sido otro motivo para el aumento de la prevalencia.

Sin embargo, también hay otras razones que son más difíciles de entender. La más preocupante de todas ellas es el sobrediagnóstico: los expertos más alarmistas estiman que como mucho un 4% de la población infantil podría sufrir este trastorno y, sin embargo, la realidad es que un 10% de los niños en nuestro país tomarán medicación para el TDA en algún momento de su vida escolar.

Las razones que llevan al sobrediagnóstico parecen ser muchas. Los padres pasan menos tiempo con los hijos y esto parece interferir en el desarrollo de habilidades como el autocontrol o la capacidad para sobrellevar la frustración. Los colegios tienen menos paciencia con los alumnos difíciles o que no están tan motivados para aprender, en muchos casos presionados por los resultados académicos de la escuela en su conjunto.

También nos encontramos con la intrusión de las nuevas tecnologías en el cerebro en desarrollo de nuestros hijos. Desde los años ochenta sabemos que más tiempo frente al televisor se traduce en menos paciencia y autocontrol, peor desarrollo madurativo de la atención y mayores tasas de fracaso escolar. La razón es muy sencilla, cuando el niño juega, dibuja o interacciona con sus padres o hermanos, su cerebro debe dirigir la atención voluntariamente a aquellos estímulos o personas con los que interacciona. Cuando se sienta frente al televisor es la tele la que atrapa el interés del niño y hace todo el trabajo.

Por eso nos gusta ver la tele y engancharnos al móvil, no porque estimulen nuestro cerebro, sino porque nos entretienen, nos relajan. Hoy, los dispositivos móviles se utilizan para distraer al niño cuando se tiene que concentrar en terminar una papilla. Para entretener al niño cuando tiene que esperar en el pediatra. Para despistar al niño cuando tiene que esforzarse en ponerse el pijama al final del día. Con este tipo de estrategias parece sensato que el cerebro aprenda que cada vez que tiene que esforzarse, concentrarse o esperar quieto, tiene permiso para distraerse.

Sin lugar a dudas estamos educando niños menos pacientes, menos atentos y con menor capacidad de esfuerzo, reflejo de una generación de padres menos pacientes y que damos menos valor a hacer las cosas despacio.

Todo ello lleva a que muchos niños sean llevados a un especialista que observa en él todos los síntomas necesarios para el diagnóstico: poco autocontrol, distracción o falta de motivación. En el caso de muchos niños el diagnóstico y el tratamiento son acertados. Para muchos otros, creemos, el trastorno por déficit de atención es un estigma de una sociedad que va demasiado deprisa para educar despacio.

Algunos niños, con ayuda de sus padres, profesores o terapeutas van desarrollando habilidades cognitivas como un mayor autocontrol o paciencia que permiten reducir y compensar las dificultades atencionales. A medida que se hacen mayores suelen preferir y encajar bien en trabajos que les permiten moverse y hacer cosas diversas a lo largo del día.

Pero pueden seguir existiendo desafíos en la vida cotidiana. Muchos los encuentran cuando tienen sus propios hijos y la paciencia, el orden o la organización vuelve a ser un elemento adaptativo fundamental. Algunos adultos con dificultades de atención no experimentan ninguna dificultad en su vida cotidiana, otros se regulan gracias a la medicación y un tercer grupo sufre muchas de estas dificultades pero no tiene ni idea de que el origen esté en una alteración de sus procesos atencionales y ejecutivos, ni conoce cómo compensarlos.

***Existen ciertas señales que nos indican que necesitamos ayuda, esto es cuando se presentan manifestaciones que son intensas o tiene demasiada permanencia en el tiempo, afectando a la calidad de vida personal y de su núcleo familiar, siendo conveniente consultar a un especialista***

Fuente: http://elpais.com/elpais/2017/06/23/ciencia/1498213275_166491.html


PSICOLOGÍA INFANTIL Y ADOLESCENCIA

CÓMO DETENER EL LLANTO DE TU HIJA/O CON UNA PREGUNTA

De entre todos los sentimientos, la ira es el más complicado de dominar. Requiere de autocontrol y por eso los niños -carentes aún de las herramientas necesarias- son dados a protagonizar todo tipo de berrinches.

Si bien la técnica de la pregunta es efectiva, no es la mejor para abordar berrinches con niños muy pequeños, siendo más recomendable a partir de 5 años, ya que necesitaremos que los niños razonen con nosotros de acuerdo a su edad.

La técnica es sencilla, cuando la rabieta se desate porque un juguete se ha roto o algo no salga como ellos quieren, les miraremos a los ojos y de forma calmada preguntaremos:

“¿Esto es un problema grande, un problema mediano o un problema pequeño?”

Pensar en estos términos es algo mágico ya que el niño es capaz de medir la importancia del problema, buscar formas de abordarlo y resolverlo, dotándole de herramientas para su vida adulta.

Si el problema es pequeño, no le costará entender que puede resolverse con una acción muy simple. Por ejemplo, si tiene una rabieta porque no le has puesto el pantalón que quería, puede comprender que el problema es muy pequeño y solo debe ir al armario a buscar el que le guste.

Si es medio, le explicaremos que se puede resolver, pero necesitará tiempo. Por ejemplo, si el pantalón está sucio y no puede ponérselo, le ayudaremos a poner una lavada para que lo pueda usar mañana, resuelva el problema y aprenda a esperar el resultado.

Si es grande, grande desde el punto de vista de un niño, no debemos minimizarlo sino darle la importancia debida y ayudarle a aceptar que hay cosas que no podemos cambiar, o al menos, de forma inmediata.

Tras unas semanas de preguntas, veremos que nuestro hijo o hija comienza a clasificar los problemas fácilmente, y a resolver solo los más pequeños. Será el momento de felicitarles por su creciente autonomía.

Obviamente, esto es una técnica que dependerá de muchos factores y diálogos, pudiendo darse incluso alguna emboscada, esto es una clasificación errónea para forzarnos a complacerles. Es entonces cuando volveremos a sacar la “varita del raciocinio” para ir educando a nuestras pequeñas personitas. Al fin y al cabo, está es una aventura de aprendizaje mutuo.

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PSICOLOGÍA INFANTIL Y ADOLESCENCIA

MAMÁ, PAPÁ, ¿ESTAMOS SIENDO ASERTIVOS AL EXPRESAR LO QUE SENTIMOS?

La comunicación entre los seres humanos es vital, sentimos la necesidad de relacionarnos, de comunicarnos, de interactuar y de sentir que somos amados, de amar y de compartir nuestro destino, sin embargo, es precisamente la falta de comunicación o la incapacidad de manifestar lo que sentimos y pensamos, lo que comienza a generarnos problemas, que llegan incluso a convertirse en grandes problemas.

Cuando escuchamos las quejas de un niño, u observamos como manifiestan su molestia, nos damos cuenta de la dificultad que tiene para expresar ciertas emociones, se frustran, lloran y gritan, principalmente porque no les entendemos o simplemente porque no les brindamos el espacio adecuado para completar sus ideas, pues lo mismo ocurre con los adultos, en peor medida, pues lejos de tener la capacidad y las herramientas para poder expresarnos, no podemos hacerlo muchas veces.

La necesidad de manifestar nuestros pensamientos y sensaciones surge de que llegue al otro lo que deseamos trasmitir, sin embargo, cualquier falta de experiencia puede complicar las cosas y el no saber expresar lo que queremos comunicar, puede terminar en un verdadero mal entendido, nos frustramos al igual que los niños, quedan abiertas las malas interpretaciones y finalmente surgen los lamentos de los conflictos.

Para hacer llegar a la otra persona lo que deseamos manifestar, es necesario que tomemos algunas cosas en cuenta, en principio despojarnos de cualquier predisposición, pues no siempre es bueno o grato lo que queremos manifestar, en segundo lugar, debemos tener la serenidad necesaria para que puedan entendernos, si atropellamos nuestras palabras, difícilmente podremos hablar con claridad.

Luego es necesario que tomemos un instante para aclarar el pensamiento, si no tenemos claro lo que deseamos decir, no podremos hacerlo sentir, de manera que saber lo que se quiere comunicar puede ahorrarnos muchos inconvenientes a la hora de comunicarlo, pues la duda solo da paso a las controversias y a las interpretaciones.

Mira a la persona a quien te diriges, respira y habla fluidamente, sin prejuicios y sin adelantarte a los acontecimientos, sin esperar adivinar sus pensamientos o predisponerte a lo que va a responder o cual será su reacción, simplemente enfócate en trasmitir aquello que deseas, de manera limpia y clara, con la mayor sinceridad y con el espacio suficiente para aclarar dudas y evitar inconvenientes.

Quizá esto pueda parecerte un proceso muy largo antes de manifestar lo que sientes, pero es cuestión de segundos, de instantes previos antes de hablar, y nos permitirá manifestar de la mejor manera posible lo que deseamos transmitir, en lugar de causarnos problemas.

Muchas veces terminamos involucrados en situaciones inesperadas, incluso no comprendemos lo que ha ocurrido, pero si hacemos una revisión del hecho, nos daremos cuenta que probablemente el conflicto haya partido de la comunicación o más bien, de la mala comunicación y de la incapacidad de comunicarnos de la manera correcta.

Tener las herramientas para comunicarnos no es la única virtud que necesitamos para comunicar lo deseado, debemos tener la serenidad, el aplomo y la entereza de hablar sin herir, sin confundir y sin despertar interpretaciones, solo claro, simple y preciso.

Fuente: http://www.hoyaprendi.co/2017/06/24/aprender-a-expresar-lo-que-sentimos-nos-ahorra-muchos-inconvenientes/


PSICOLOGÍA INFANTIL Y ADOLESCENCIA

¿POR QUÉ LOS HIJOS ADOLESCENTES SE DISTANCIAN DE LOS PADRES?



Miramos a nuestro hijo o hija adolescente, y nos preguntamos, ¿Por qué ya no demanda nuestra atención y presencia como cuando era pequeño/a?, ¿Por qué se ha distanciado de nosotros?...

La adolescencia es un momento de búsqueda y consecución de la identidad personal. Esta identidad es de naturaleza psicosocial. El adolescente se juzga a sí mismo de la misma forma de cómo es percibido por los otros, y se compara con ellos. Estos juicios pueden ser conscientes o inconscientes, con inevitables connotaciones afectivas, que dan lugar a una conciencia de identidad exaltada o dolorosa, pero nunca afectivamente neutra. 

El autoconcepto es el elemento central de la identidad personal, pero integra en sí mismo elementos corporales, psíquicos, sociales y morales.

Los cambios fisiológicos obligan a revisar y rehacer la imagen del propio cuerpo. La preocupación por el propio físico pasa a primer plano. Pero no sólo la imagen del propio físico, sino la representación de sí mismo pasa a constituir un tema fundamental. El o la adolescente tiene una enorme necesidad de reconocimiento por parte de los otros, necesita ver reconocida y aceptada su identidad por las personas (adultos, compañeros) que son significativas para él o ella. Es este reconocimiento y aceptación lo que asegura un concepto positivo de sí mismo.

En la adolescencia los espacios donde son posibles las interacciones sociales se expanden, mientras que se debilita la referencia familiar. La emancipación respecto a la familia no se produce por igual en todos los adolescentes; la vivencia de esta situación va a depender mucho de las prácticas imperantes en la familia. Junto a los deseos de independencia, el adolescente sigue con una enorme demanda de afecto y cariño por parte de sus padres, y estos a su vez continúan ejerciendo una influencia notable sobre sus hijos. . ( Coleman J., 1980). 

Con el desarrollo de la madurez las posibilidades asociativas se multiplican, y las relaciones sociales se descubren mejor. El adolescente no sólo tiene la necesidad de encontrar un amigo, sino, alguien que este con él en todo momento, acompañándolo en sus necesidades internas. 

Para los adolescentes la amistad significa entablar relaciones duraderas basadas en la confianza, la intimidad, la comunicación, el afecto y el conocimiento mutuo. Durante este periodo se valora a los amigos principalmente por sus características psicológicas, y por ello los amigos son las personas ideales para compartir y ayudar a resolver problemas psicológicos como pueden ser: La soledad, la tristeza, las depresiones, entre otras. 
Los adolescentes consideran las amistades como relaciones sociales que perduran y se construyen a lo largo del tiempo; entienden la amistad como un sistema de relaciones. Por tanto, podemos decir, que la amistad en este periodo permite que se tome conciencia de la realidad del otro, formándose de esta forma actitudes sociales.

Importante es mencionar, otro aspecto, que cumple la amistad en este proceso, ésta tiene una función integrativa en la sociedad, ya que el hecho de sentirse integrado en el mundo y en la sociedad, lo cual se logra, por medio de la amistad, contribuye a reforzar y sociabilizar el “yo”. (Aberasturi, 1985) 

A partir de la pubertad, los adolescentes empiezan a sentir nuevas necesidades de independencia, y como consecuencia de esto desean realizar actividades sin el continuo control paterno; les molestan las ocupaciones caseras, las preguntas de los padres sobre lo que ellos consideran “su vida privada” (amigos, lugares que frecuentan, etc). Los adolescentes no saben muy bien lo que quieren o a qué aspiran. Pueden llegar a parecer adultos muy pronto (físicamente), por lo que desean ser tratados como tales por sus padres; sin embargo la concepción social de la adolescencia alarga enormemente este periodo, por lo que aún les queda un largo camino por recorrer para conseguir el estatus de adulto. 


El salto generacional que existe entre padres e hijos, y las nuevas necesidades de autonomía de los adolescentes, provocan ciertas tensiones familiares, pero el hecho de que existan algunos conflictos inevitables no quiere decir que las relaciones entre padres e hijos estén continuamente deterioradas. Existen investigaciones que demuestran que un comportamiento paternal de orientación igualitaria, democrática y liberal favorece que no aparezcan conflictos graves, contribuyendo al diálogo y la comunicación familiar, y pacificando las relaciones con los hijos. 

BENEFICIOS DE LEER UN CUENTO ANTES DE IR A DORMIR

Después de un día entre semana largo y pesado, se espera de los niños que estén cansados, pero lo cierto es que también lo están los adultos y esto hace que muchas veces, como padres, se renuncie a realizar tareas que pueden ser vitales para el desarrollo de nuestros hijos. Leer antes de que los niños se vayan a la cama es un ejemplo de ello. El cansancio de los progenitores conlleva que, muchas veces, se le entregue el móvil al niño un rato para ver dibujos antes de irse a la cama, o se le deje ver un rato la televisión. Sin embargo esto, siendo realistas, responde más a ese cansancio que a la prominencia de las tecnologías en los nuevos tiempos.

No deberíamos olvidarnos de lo importante que es compartir tiempo de calidad en familia, y la lectura es un recurso muy importante que puede ayudar a desarrollar y reforzar nuestros lazos familiares. Terminadas las obligaciones y ataduras del día, queda a la hora de irse a dormir ese ratito tan mágico y especial que proporciona leer un cuento al calor de la mantita en la cama bajo la luz tenue de la lámpara del cuarto. Un ambiente cálido y único que propicia ese encuentro entre padres e hijos: no importa cómo lo hayamos pasado durante el día, porque ese momento mágico no lo puede robar nadie, ni nadie puede ni debe interferir en él.
 
Los niños rápidamente se dan cuenta de lo importante que es ese tiempo que papá y/o mamá les dedica al final del día, y por muy ocupados que estés sabrá que compartir el tiempo en familia es lo más valioso del mundo. Una sensación inigualable que proporcionará tranquilidad y sosiego al niño, reduciendo el posible estrés que haya acumulado durante el día. Esta maravillosa rutina también servirá para que el niño o niña en cuestión comprenda que hay tiempo para todo y que es importante distribuir eficazmente nuestro tiempo para que esto pueda ser posible y no tengamos que dejar de lado las cosas más bonitas de la vida.

A todo esto el ambiente (la luz, el silencio de la habitación, el cuento a media voz…) contribuirá con el sosiego necesario para que el niño pueda conciliar el sueño con facilidad, eliminando todo posible nerviosismo o estado de ansiedad.

LOS BENEFICIOS DE LEERLES UN CUENTO POR LAS NOCHES

La imaginación es uno de los factores más importantes en el desarrollo psicológico del niño. De este modo, la lectura puede ayudar a fomentar la capacidad del niño para elaborar sus propias historias y enriquecer su imaginación.

No solo mejorará su capacidad imaginativa, sino que también influirá en el razonamiento y en la memoria. Aprenderá palabras nuevas, construcción de frases.. La ayudará a mejorar el entendimiento, aplicar la lógica y a relacionar conceptos.

Por su parte, el cuento de por las noches es una oportunidad fantástica para inculcar la lectura en los niños. Los pequeños aprenderán así que leer no es una actividad aburrida, sino que puede resultar muy ameno adentrarse en originales y variadas aventuras.

La lectura también puede condicionar profundamente el sueño de los pequeños. Si antes de dormir escuchan historias con “final feliz”, se puede provocar en ellos un estado de relajación y tranquilidad que les ayudará a conciliar el sueño y a dormir plácidamente toda la noche.

Además, la actividad del cuento no solo aporta beneficios sobre el pequeño sino también sobre los progenitores.

Ese momento del día puede convertirse en el más íntimo. Puede ser la oportunidad ideal para conectar con el niño, para conocerle, para compartir con él sus emociones y sentimientos, y eso, sin duda, aportará a los padres una sensación de satisfacción.

Por su parte, el cuento puede ser el medio ideal para inculcar al niño los valores y conductas que debe aprender, y todo de una manera divertida y amena. Sin darse cuenta, el pequeño irá asimilando ciertas normas. Le ayudará así a comprender lo que significa el respeto, la convivencia.

LOS CUENTOS FAVORECEN LA IMAGINACIÓN
Los cuentos, gracias a sus diferentes temáticas, a sus personajes y a las aventuras que nos relatan, sirven para que los niños estimulen y den rienda suelta a su imaginación (con respecto a la estética de los personajes, al ambiente que les rodea…), llegando,  incluso, a sentirse identificados con los personajes y a comprender mejor sus propios problemas. De este modo, propiciaremos también que el sueño del niño sea mucho más enriquecedor y plácido.

Este nivel de relajación que se experimenta al soñar con mundos lejanos y/o imposibles, hace que se reduzca el nivel de agotamiento físico y mental de los más pequeños, evitando situaciones diarias incómodas que se derivan casi siempre del estrés y de un sueño poco reparador, como las rabietas.

Y por si todo esto fuera poco, leer cada noche hace que los niños vayan adquiriendo poquito a poco cada vez más vocabulario y domino de su idioma, que irán asimilando sin darse cuenta de forma divertida y relajante incluso mientras duermen.

En definitiva, leer un cuento cada noche antes de ir a dormir es una terapia tan positiva y sana que no debería desterrarse nunca pase el tiempo que pase. No solo será un ritual con increíbles beneficios para nuestros hijos, sino que será un recuerdo inapagable en su futuro, en ese momento en que crezcan y se dispongan a echar la vista atrás hacia su dulce infancia y hacia nosotros, sus padres.


PSICOLOGÍA INFANTIL Y ADOLESCENCIA

LOS RESULTADOS DE LA NEGLIGENCIA EMOCIONAL EN LA NIÑEZ

La asertividad es una competencia esencial para la vida. No solo nos evitará numerosos problemas en el ámbito de las relaciones interpersonales sino que también nos permitirá perder menos la paciencia y vivir de manera más equilibrada y relajada. La forma en que nos comunicamos con los demás y con nosotros mismos, determina la calidad de nuestras vidas.

La asertividad no es más que la capacidad para hacer valer nuestros derechos con claridad de manera adecuada, sin ser demasiado pasivos ni muy agresivos, respetando a su vez los derechos de los demás.

Sin embargo, aunque parece muy sencillo, ponerla en práctica es un poco más complicado. De hecho, la mayoría de las personas que nos rodean no son asertivas, o lo son en muy poca medida. ¿Por qué?

En muchos casos la razón se encuentra en su infancia. Si hemos crecido en un hogar donde se practicaba la negligencia emocional, donde las emociones eran ignoradas o incluso castigadas, simplemente no hemos tenido la oportunidad de desarrollar la asertividad.

TUS 10 DERECHOS ASERTIVOS
1. Tienes derecho a juzgar tu propio comportamiento, pensamientos y emociones, así como asumir la responsabilidad por ellos.
2. Tienes derecho a no ofrecer excusas ni explicaciones por tus decisiones.
3. Tienes derecho a decidir si asumes la responsabilidad de resolver los problemas de los demás.
4. Tienes derecho a cambiar de opinión.
5. Tienes derecho a cometer errores, y asumir las consecuencias.
6. Tienes derecho a decir “no lo sé”.
7. Tienes derecho a actuar independientemente de la “buena voluntad” de los demás.
8. Tienes derecho a tomar decisiones ilógicas.
9. Tienes derecho a decir “no lo entiendo”.
10. Tienes derecho a decir “no me interesa”.

Sin embargo, las personas cuyos padres pensaban que expresar las emociones era algo negativo, probablemente no serán conscientes de sus derechos. Si tus padres ignoraban o incluso castigaban tus expresiones emocionales, te habrá llegado el mensaje de que tus sentimientos, emociones y necesidades no cuentan.

Por tanto, quizá a menudo te descubres diciéndote frases como: “no hables de cosas negativas”, “no puedes dejar que los demás sepan cómo te sientes o qué piensas en realidad” o “no provoques alteraciones”. Estas frases seguramente provienen del discurso de tus padres, pero se han enquistado tanto en tu inconsciente que siguen determinando tu comportamiento, aunque hayas crecido.

LOS RESULTADOS DE LA NEGLIGENCIA EMOCIONAL EN LA ADULTEZ

La negligencia emocional es la incapacidad para responder adecuadamente a las necesidades emocionales de los niños. De hecho, una de las tareas fundamentales de los padres es, precisamente, validar las emociones de sus hijos y enseñarles a encauzarlas de la manera más adecuada. Los padres son el modelo emocional de sus hijos, son las personas en quienes estos se reflejan y buscan apoyo cuando se encuentran desorientados.

Si los padres no son capaces de reconocer esas emociones o cuando estas afloran les restan importancia a través de frases como “no hay motivos para llorar” o “no ha pasado nada”, le estarán diciendo al niño que su reacción, que es completamente normal y comprensible, no es adecuada. Como resultado, ese pequeño no sabrá qué hacer, por lo que se convertirá en un adulto que:

- No confía en sus emociones e instinto, ya que le han enseñado a ocultarlos e ignorarlos.
- Tiene dificultades para reconocer sus emociones y sentimientos ya que nunca fueron validados.
- Tiene problemas para expresar de forma asertiva sus emociones, por lo que asume posturas extremas: permite que los demás le pisoteen o se muestra muy agresivo.
- Desarrolla una baja autoestima pues cree que no es digno de ser amado.
- Experimenta sentimientos de culpabilidad y cree que no tiene derecho a ser él mismo.

LAS BASES PARA DESARROLLAR LA ASERTIVIDAD EN CUALQUIER ETAPA DE LA VIDA
- Aprender a reconocer las emociones propias y etiquetarlas. Saber exactamente cómo te sientes y por qué te ayudará a gestionar mejor esas emociones, de manera más asertiva.

- Ser consciente de tus derechos como persona, sabiendo que mereces ser tratado con respeto. Y ser consciente de que los demás merecen lo mismo.

- Valorar las opiniones de los demás, sabiendo que podemos disentir sin juzgar ni menospreciar al otro. Y exigir lo mismo a cambio.

- Desarrollar una autoestima sana, comprendiendo que los errores no disminuyen tu valía sino que son oportunidades para crecer. De esta forma no te sentirás amenazado por los demás y no responderás de manera agresiva ni dejarás que te pisoteen.

Por supuesto, también será de gran ayuda aprender algunas técnicas asertivas, para lidiar con las situaciones más complicadas.

En el caso de los niños, para desarrollar la asertividad es fundamental que los padres aprendan a respetar su individualidad y sus opiniones, aunque puedan parecer infantiles o poco prácticas. Estas preguntas podrán obrar un niño seguro y asertivo:

- ¿Qué piensas?
- ¿Cómo te sientes?
- ¿Qué necesitas?
- ¿Qué tienes que decir?

De esta manera los niños aprenderán a:

- Descubrir lo que sienten y necesitan.
- Saber que sus emociones y necesidades son importantes

- Expresar sus emociones y necesidades de manera que la otra persona les respete.

***Existen ciertas señales que nos indican que necesitamos ayuda, esto es cuando se presentan manifestaciones que son intensas o tiene demasiada permanencia en el tiempo, afectando a la calidad de vida personal y de su núcleo familiar, siendo conveniente consultar a un especialista***

Fuente: http://www.rinconpsicologia.com/2017/01/la-negligencia-emocional-sufrida-en-la.html

PSICOLOGÍA INFANTIL Y ADOLESCENCIA

5 HÁBITOS QUE CONVIERTEN TU CASA EN UN “HOGAR TÓXICO”

Un hogar equilibrado es fuente de bienestar, un sitio al que siempre nos apetece regresar porque encontramos el refugio y apoyo que necesitamos. Sin embargo, un hogar tóxico genera malestar y nos convierte en personas más vulnerables a enfermar, tanto a nivel físico como psicológico, es un sitio donde nos sentimos mal y del que sólo quisiéramos huir.

Entornos mentalmente tóxicos
El concepto de “entornos mentales tóxicos” fue propuesto por Kalle Lasn. Hace 30 años, se produjo un fuerte movimiento “verde” motivado por la creciente preocupación de las personas por el hecho de que la toxicidad del medioambiente pudiera enfermarlas. 

Algunos psicólogos indican que muchas de las dificultades emocionales, depresiones, estrés, tienen su causa en un estilo de vida marcado por caos, el consumismo, la falta de Inteligencia Emocional, dificultad para mantener relaciones interpersonales asertivas, donde los hogares suelen ser el entorno donde todo comienza, o donde se perpetúan esos comportamientos tóxicos.

La convivencia no está exenta de conflictos. Sin embargo, no deberíamos permitir que ciertos comportamientos terminen haciendo que nuestro hogar se convierta en un entorno mentalmente tóxico.

LAS ACTITUDES Y HÁBITOS QUE DEBEMOS DESTERRAR DE LOS HOGARES

1. Los gritos
Los gritos comienzan siendo excepcionales pero pueden convertirse en la norma. Sucede sin que nos demos cuenta. Un día gritas porque crees que no te entienden, al día siguiente porque piensas que no te escuchan y al otro porque quieres tener la razón a toda costa. Así se convierten en pan cotidiano. Sin embargo, los gritos esconden el germen de la violencia. Implican el deseo de imponer el poder y avasallar al otro. Sus consecuencias para los niños son aún peores. Un estudio realizado en la Escuela de Medicina de Harvard reveló que los gritos pueden alterar de forma significativa y permanente la estructura del cerebro infantil afectando la integración entre las dos mitades del cerebro, lo que puede provocar problemas de personalidad y afectar su equilibrio emocional.

¿Cómo solucionarlo? En la casa debe haber una norma muy sencilla: no gritar. Cada miembro debe recordar que gritar no le dará más razón. Es importante cultivar la empatía y la asertividad. Los gritos siempre son una muestra de la incapacidad para gestionar la situación.

2. La hostilidad
Si entras en casa y de repente sientes como si un peso cayera sobre tus hombros, es probable que se deba a que se respira un ambiente de hostilidad. Hay hogares en los que no hay entusiasmo, donde las personas casi nunca se dedican una sonrisa sino que, al contrario, muestran actitudes hostiles y actúan como si los demás fueran sus adversarios. En estos hogares prima la ley del más fuerte, por lo que es muy difícil encontrar reposo y tranquilidad.

¿Cómo solucionarlo? Cuando el hogar se convierte en un campo de batalla, no hay ganadores, todos pierden porque se rompe el equilibrio. Por eso, es importante centrarse en solucionar los problemas, más que en buscar culpables. 

3. El drama
En la vida atravesamos momentos dramáticos. Sin embargo, cuando el hogar se convierte en un drama cotidiano, la desesperanza, la frustración y la depresión no tardan en sentar casa. Ese dramatismo suele provenir de personas que siempre encuentran un problema para cada solución, que se centran solo en los aspectos negativos de la vida y que han hecho de las quejas  su modo de vida. Esas personas terminan “contagiando” el hogar, haciendo que flote sobre el ambiente una bruma de pesimismo.

¿Cómo solucionarlo? Adoptando una actitud más positiva, que también terminará siendo contagiosa y puede contrarrestar las actitudes negativas de los demás. Es importante hacerle ver a esa persona, sin atacarla ni criticarla, cómo sus actitudes dañan a todos y crean un clima emocional muy negativo.

4. El caos
El espacio donde pasas varias horas al día termina influyendo en tu estado de ánimo. Por eso, un espacio desorganizado y caótico puede terminar provocando ese mismo caos mental, es un espacio donde no apetece estar y que genera estrés. Se ha apreciado que cuando estamos inmersos en entornos desorganizados y caóticos, nuestro cerebro tiene más dificultades para procesar la información, lo que produce una sensación de sobrecarga, afecta nuestra productividad y aumenta la ansiedad y el estrés. No obstante, esa confusión no se refiere únicamente al espacio físico sino también a la falta de reglas que garanticen una convivencia fluida entre los miembros del hogar. 

¿Cómo solucionarlo? Es importante que en todo hogar reine el orden y que existan unas normas de convivencia, aunque sean implícitas, de manera que cada quien conozca los límites que no debe traspasar.

5. La desvalorización
Si en el seno del hogar no se valora, aprecia y respeta a sus miembros, es difícil que estos logren desarrollar una buena autoestima y tengan la seguridad necesaria para afrontar la vida. Existen muchas formas de desvalorización, desde no reconocer los esfuerzos de la persona hasta minimizar continuamente sus logros o incluso pasarlos por alto. En algunos hogares se crean dinámicas muy nocivas en las que se etiqueta a uno de los miembros como la "oveja negra" de la familia o el chivo expiatorio. Obviamente, esas dinámicas no solo son negativas para quien carga con las culpas sino también para el resto de los miembros ya que les impide asumir sus responsabilidades y madurar como personas.

¿Cómo solucionarlo? Cada persona es única, y la debemos valorar por ello. No debemos pedirle peras al olmo sino aprender a centrarnos en sus puntos fuertes y en lo que las hace especiales. Cada quien brilla con luz propia, debemos cerciorarnos de alimentar esa luz, no de apagarla.

***Existen ciertas señales que nos indican que necesitamos ayuda, esto es cuando se presentan manifestaciones que son intensas o tiene demasiada permanencia en el tiempo, afectando a la calidad de vida personal y de su núcleo familiar, siendo conveniente consultar a un especialista***



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